A William Faulkner, 24 de enero de 1957
Estimado señor Faulkner:
En otoño de 1947, tras una serie de audiencias del Comité de Actividades Antiamericanas, se estableció una lista negra en la industria cinematográfica americana. Durante los tres años siguientes, más de trescientos escritores, directores, actores, músicos, artistas y técnicos han sido apartados de su profesión y se les ha negado un pasaporte que les hubiera permitido trabajar en otros países.
Los que continúan en la industria trabajan bajo vigilancia de grupos privados de presión, de un representante permanente del comité en Hollywood, y con un sistema de permisos que certifica que son artistas americanos y patriotas. La lista negra, que una vez se creyó que sería el reflejo temporal de unos tiempos turbulentos, se ha institucionalizado. Las películas, vigiladas y censuradas por la autoridad federal, se han convertido en arte oficial.
Usted, como escritor americano cuyo trabajo ha sido trasladado a la pantalla (tal vez por alguna de las personas en cuyo nombre le hago llegar esta petición), ¿me enviaría una declaración de condena de la lista negra de Hollywood? ¿Me permitiría difundir esa declaración en la prensa si me pareciera que encaja en un nuevo esfuerzo por destruir este odioso negocio antes de que nos ahogue a todos juntos?
Atentamente,
Dalton Trumbo.
-- La misma carta se envió a A. B. Guthrie, Ernest Hemingway, W
illiam Saroyan, John Steinbeck, Thorton Wilder y Tennessee Williams. Trumbo no recibió ni una sola respuesta
Estimado señor Faulkner:
En otoño de 1947, tras una serie de audiencias del Comité de Actividades Antiamericanas, se estableció una lista negra en la industria cinematográfica americana. Durante los tres años siguientes, más de trescientos escritores, directores, actores, músicos, artistas y técnicos han sido apartados de su profesión y se les ha negado un pasaporte que les hubiera permitido trabajar en otros países.
Los que continúan en la industria trabajan bajo vigilancia de grupos privados de presión, de un representante permanente del comité en Hollywood, y con un sistema de permisos que certifica que son artistas americanos y patriotas. La lista negra, que una vez se creyó que sería el reflejo temporal de unos tiempos turbulentos, se ha institucionalizado. Las películas, vigiladas y censuradas por la autoridad federal, se han convertido en arte oficial.
Usted, como escritor americano cuyo trabajo ha sido trasladado a la pantalla (tal vez por alguna de las personas en cuyo nombre le hago llegar esta petición), ¿me enviaría una declaración de condena de la lista negra de Hollywood? ¿Me permitiría difundir esa declaración en la prensa si me pareciera que encaja en un nuevo esfuerzo por destruir este odioso negocio antes de que nos ahogue a todos juntos?
Atentamente,
Dalton Trumbo.
-- La misma carta se envió a A. B. Guthrie, Ernest Hemingway, W
illiam Saroyan, John Steinbeck, Thorton Wilder y Tennessee Williams. Trumbo no recibió ni una sola respuesta
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