Ahora que estoy medio gordo ya no ando tanto en bicicleta y los
tiempos últimamente se me han reorganizado o al menos temporalmente mis prioridades están revisadas, revisión que pasa por volver a casa y planear estrategias para el crédito que estoy pagando y tratando de juntar el
mango, igual no me quejo, la llevamos bastante bien y mis buenos gustos me doy (en plan sedentario) jjjjj. Pero si hay algo que siempre me da vueltas en la cabeza es la
posibilidad de salir a dar una vuelta por Paraná, siempre hay lugares
asombrosos, siempre se puede ver algo con nuevos ojos, y ese ver siempre esta
lleno de tensiones.
Un poco a eso me llevo este libro, sobre como el autor al principio un poco escéptico se acerca a la bienal y a una ciudad y como de a poquito se va perdiendo entre las obras y como lo van inundando y de cómo se duerme y se despierta pensando en ellas y de sus caminatas diarias y sus idas y venidas arriba de colectivos.
Cuando cada quince días nos reunimos
con Fran y los chicos y chicas para el Pariente taller vuelvo a sentir eso, el
placer de perderme en obras, de preguntar y preguntarme, y dejarme impregnar,
llevarme algo de cada uno de ellos y también que ellos se lleven algo de mi.
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