Uno
“Hubo un tiempo, no de los más remotos seguramente en la historia de la Tierra, porque apenas se trataría de unos ciento o ciento cincuenta mil años, en que las aguas del río Paraná no se arrastraban en el cauce actual. Las ostras se multiplicaban cerca de Corrientes; tiburones llegaban hasta Santa Fe; y las anchoas que hoy suben poco más allá de Buenos Aires, servían de alimento a muchos de los habitantes ribereños del inmenso brazo de mar poco profundo que se extendía en lo que hoy ocupa la cuenca del Paraná.” Formación del Paraná y sus islas. Eduardo Holmberg.
“Hubo un tiempo, no de los más remotos seguramente en la historia de la Tierra, porque apenas se trataría de unos ciento o ciento cincuenta mil años, en que las aguas del río Paraná no se arrastraban en el cauce actual. Las ostras se multiplicaban cerca de Corrientes; tiburones llegaban hasta Santa Fe; y las anchoas que hoy suben poco más allá de Buenos Aires, servían de alimento a muchos de los habitantes ribereños del inmenso brazo de mar poco profundo que se extendía en lo que hoy ocupa la cuenca del Paraná.” Formación del Paraná y sus islas. Eduardo Holmberg.
Dos
“Entonces, desde que tengo memoria hay otra orilla. Un lugar real que desde aquí se ve como una línea –irregular, coloreada sí por la presencia de árboles, pastizales, pedazos desnudos de barranca; pero cambiante también allí, si el sol baja o sube o se ha nublado o no hay niebla o si directamente es de noche y por supuesto, cambiante aun porque si la noche es clara de estrellas o de luna, o porque no es clara en absoluto, o se ven brillar a lo lejos, sobre esa misma línea, fuegos altísimos, a lo que bien les cabe el nombre de «fuegos devoradores»-.
“Entonces, desde que tengo memoria hay otra orilla. Un lugar real que desde aquí se ve como una línea –irregular, coloreada sí por la presencia de árboles, pastizales, pedazos desnudos de barranca; pero cambiante también allí, si el sol baja o sube o se ha nublado o no hay niebla o si directamente es de noche y por supuesto, cambiante aun porque si la noche es clara de estrellas o de luna, o porque no es clara en absoluto, o se ven brillar a lo lejos, sobre esa misma línea, fuegos altísimos, a lo que bien les cabe el nombre de «fuegos devoradores»-.
Temo el día en que aquella línea, firme, tensa por debajo, y
por encima flexible, fluctuante, sólo viva en mis sueños” La orilla más lejana.
Sonia Scarabelli.
Tres
“-Aquí ya empiezan a haber caballos-/ me decía./ Y el viento del nordeste comenzaba a ser verde/ entre los colores del agua de la infancia./ Estábamos ya muy lejos de los bronces, los/ mármoles y los floreros pintados "al gusto de/ la familia" en los cementerios municipales.// Todo aquello quedaba atrás, y el sueño del viejo/ tren casi fluvial nos envolvía./ Mi pequeño hijo de siete años y yo teníamos en/ las manos las ramas de las estrellas y/ el resplandor lentísimo de los ríos rosados,/ donde sangraba el sol de los caballos, las/ vaquerías y las antiguas guerras.// Era el primer viaje solos en el tren marrón que/ no quiere morir.” Viaje estival con Lucio. Francisco Madariaga.
“-Aquí ya empiezan a haber caballos-/ me decía./ Y el viento del nordeste comenzaba a ser verde/ entre los colores del agua de la infancia./ Estábamos ya muy lejos de los bronces, los/ mármoles y los floreros pintados "al gusto de/ la familia" en los cementerios municipales.// Todo aquello quedaba atrás, y el sueño del viejo/ tren casi fluvial nos envolvía./ Mi pequeño hijo de siete años y yo teníamos en/ las manos las ramas de las estrellas y/ el resplandor lentísimo de los ríos rosados,/ donde sangraba el sol de los caballos, las/ vaquerías y las antiguas guerras.// Era el primer viaje solos en el tren marrón que/ no quiere morir.” Viaje estival con Lucio. Francisco Madariaga.
Apariciones en la orilla es un intento de generar confluencias, fundidos y
encuentros. Habitar un espacio, dejándonos impregnar por los demás y confiar
que de ese encuentro se abran nuevas posibilidades narrativas para este
territorio planetario, pequeño fragmento del litoral, Santa Fe y Paraná.
Parados desde la orilla, el río se nos presenta como un espejo que nos refleja
y distorsiona. La dualidad en eso que se asoma, que nos mira con extrañeza y
vuelve a sumergirse y sumergirnos para dejar, por un momento al menos, de ser
los mismos.
Ilustradora de sus propias historias, Águeda Guarneri comparte tres obras en
acrílico de su serie “Emisores”, donde seres extraños, sugeridos, apenas
distinguibles, se conjugan en un paisaje extraterrenal de colores intensos,
vivos y en movimiento.
María
Luz Riegelhaupt teje en sus dibujos banderas
que flamean con el movimiento del viento, o también, la sacudida de un mantelen
el patio luego del almuerzo antes de guardarse, un mantra, una acción que se
repite cotidianamente y que va cobrando volumen, generando un cuerpode líneas
que surcan el blanco del papel.
En Lucila
Solé se hace presente un tiempo congelado. A través del video genera un
detenimiento, poniendo foco en gestos mínimos, la inflexión de un cuello al
girar la cabeza, eso que somos visto desde otro lugar, o una sutil textura
hecha de cabello cayendo, como si pudiéramos vivir dos veces un momento.
Julia
Sánchez expone pinturas sobre cartón, mezclando acrílico
con brillantina. Hay algo del extrañamiento y de lo inapresable en las
pinceladas coloridas y en los trazos que va generando la artista sobre la
superficie rígida. Una mezcla de disfrute y obsesión por las formas y la manera
de resolverlas.
Valeria
Marioni despliega un cosmos hecho de apuntes de dibujos,
tramas de papeles, anotaciones en forma de poemas y cerámicas en un todo
indivisible. Pone en evidencia un método de trabajo donde las piezas se van
encadenando y complementando. Su vínculo con la naturaleza marca el pulso de la
obra y la forma de aproximarnos a ella, desde el tacto, la vista y la palabra.
Con dibujos de diferentes tamaños, técnicas, y años, Martín Pérez Campos construye un
collage sobre la pared, que en cada montaje vuelve sobre sus pasos y encuentra
en su archivo nuevos vínculos, proximidades y tensiones. Un trabajo que se
construye en el montaje mismo, complementado con textos y fragmentos de dibujos
pendientes, realizados directamente en la sala.
Fogones orilleros
Como actividad de cierre se reunió la música, la palabra y la escritura y sus vínculos con la visualidad, invitando a vivenciar la muestra desde diversas perspectivas y a conocer a los artistas visuales que participantes desde las otras disciplinas que transitan: se presentaron los proyectos editoriales Del Campamento, de la artista expositora Valeria Marioni; junto al sello invitado Curiosa Exhibicionista, dirigido por Kaia Edling en Paraná. Martín Pérez Campos compartirá sus canciones y la noche cerrará con una lectura colectiva de Proyecto Mojarra, integrado por las entrerrianas Laura Sánchez, Noelia Gliper, Rocío Lanfranco y Natalia Garay.
Organizada por el Gobierno de la Ciudad con el apoyo de Universo Pinturerías y la Universidad Autónoma de Entre Ríos, y la colaboración de Vinoteca Don Candioti. Desde 11 de mayo a 3 de junio de 2018. Centro Experimental del Color. Bv. Pellegrini 1150, Santa Fe.
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