miércoles, 19 de noviembre de 2025

Gotea sobre la tierra y de a poquito forma un charco

 


Hay un entendimiento y un conocimiento que se macera, que no es escalonado ni jerárquico, (mucho menos arancelado). Que gotea sobre la tierra y de a poquito forma un charco cada vez mas grande. Ese charco con el correr de los días, tal vez años, ablanda la tierra y produce un barro. Y en determinado momento irrumpe. Ya no solo humedece los pies: trepa por las rodillas. Es incontenible. Próximo a un rayo es la irrupción, y el conocimiento que habilitan las Caudillas. Una vez que conoces su obra, su presencia se impregna en la piel sin pedir permiso. Es su mecherismo el que invade y no hay tejido de púas, cercos eléctricos, guardia armada ni canes que la detengan. Las Caudillas se paren a sí mismas, con un discurso desde el llano, alejado de agendas curriculares y de trayectorias consagratorias, desde saberes no autorizados. Porque hoy son esto: comunión, desmesura, inapresables, entrañas. Y mañana, también, son madres, docentes jubiladas, cocineras, ceramistas, vecinas de barrios periféricos, usuarias de la tarjeta SUBE y de la salud pública. Transitan una zona liminal en un territorio siempre situado, de problemáticas comunes y anhelos compartidos.

Son las Caudillas (en tierra de históricos caudillos varones) las que salen al trote entre los pastizales altos de un campo con unos choclos, naranjas, papas y hasta ristras de chorizos robados a un parrillero distraído. Bajan vitales por las siete colinas de la ciudad de Victoria a las risotadas, con la frente en alto y a los abrazos para ahuyentar los males y saciar el hambre. Su arrebato es colectivo: para descomprimir las sesudas maneras y los ceños fruncidos que las miran con desaprobación, para celebrar, para latir. Porque la hazaña de su saqueo es cotidiano y urgente. De unx a unx, sin grandes gestas: cuerpo, agua y tierra son suficientes. De ahí la escala y la potencia de La ingobernable belleza del barro.
De sus acciones efímeras suele quedar un registro, muchas veces modesto, con el celu, de luz natural. Contra toda sugerencia de cristalización en alta resolución de sus prácticas, contra toda hegemonía de gueto endogámica. Contra toda cordialidad anestesiante. Frente a
la pérdida temporal de la sensibilidad al dolor, particularmente en estos tiempos crueles: mantener vivo un fuego.

--- "La ingobernable belleza del barro", Caudillas del barro en La hendija, Paraná. Noviembre 2025

domingo, 16 de noviembre de 2025

Una pequeña abertura con los labios y curvar la lengua


Comienza el calor, y la luz impregna la casa. Eso significa oscurecer las siestas, prender el ventilador, agua siempre en la heladera. También cubrir con mediasombra las ventanas que dan al patio: por la rotación del sol, a esta altura del año, hace que durante el día estén casi siempre iluminadas. Subir al techo y cubrir los caños del termotanque solar para que no se sobre calienten y salga el agua casi hirviendo.

Dentro del cubo que conforma la sala y en el que cada esquina hay una obra, hay otro cubo que contiene una mesa. Su perímetro está delimitado por mediasombra, que deja ver y no ver. En la mesa hay piezas cerámicas que simulan ocarinas, de formas alargadas, medio fálicas, para soplar y producir un sonido. Le escribo a Yami del equipo del CEC y le pregunto si el polvo en el que se apoyan las obras es leche en polvo, o yeso. Pienso en realidad solo en leche en polvo que siento tiene más que ver con la vida simple que propone la muestra, y me dice que es harina, de la común.

El amasado adicionando agua, o con el solo correr de los días en la humedad litoraleña, sin levadura, la convertirá en una piedra más compacta que porosa. Como el barro traído de Cafayate por el artista para hacer las instalaciones de los corner. Barrio y agua en una simetría marmolada y levemente mareada en el color, trazan una biografía del artista: la historia de sus lugares, los rituales familiares, los hábitos modestos, la persistencia física de la memoria.

Sobre Una Suerte espantosa, Guad Creche dice en el texto curatorial que “proviene del tres de copas en el tarot, carta de celebración, comunidad y abundancia, pero también de exceso, ruptura y pérdida.” y pone en tensión dos opuestos.  Le pregunto a un amigo sobre esa carta en particular y me dice que el tres de copas, en una lectura, es algo bueno que cuando le sale esa carta a la gente le suele decir que tienen que acordarse de celebrar sus logros que es algo que las personas no solemos hacer y que la carta un poco viene a recordar.

Mario Llullaillaco invita a crear una pequeña abertura con los labios y curvar la lengua, a generar una vibración, a un silbido y un el sonido que llama: lento, discreto, velado y apacible.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Cosas que van hacia un lugar, vuelven a su origen, y en cada ir y venir se transforman


En la luz total, o en la oscuridad total, no hay tiempo ni espacio. Por eso, nuestro mundo está hecho de matices, de rugosidades, de sentidos que se complementan para intentar entenderlo. Preferimos, o al menos yo, eso que no funciona del todo, eso que nos necesita para existir, y en ese existir existimos nosotrxs también. En la luz y en la oscuridad los recursos son ilimitados, por eso no hay mucho por hacer. Preferimos, o al menos yo, la carencia, lo incluso, lo que quedará por hacer.

En las esculturas de Laura Zelaya el movimiento no viene de la máquina autónoma, que no sabemos explicar su propio hacer, sino de la interacción, del complemento, del saber hacer, del riesgo y la prudencia. El movimiento de sus obras es de vaivén, una ola de río que se hamaca, un cabeza que piensa en pájaros y en palabras, un nido que se vuelve casa. Cosas que van hacia un lugar, vuelven al origen y en cada ir y venir se transforman.

El arte entrerriano, en sus matices, se compone de una conjunción de prácticas que suceden. Es gente que en su hacer, piensa.Frente a una miniatura, o una escala modesta, pueden suceder dos cosas: que nos empequeñezcamos o que esa miniatura nos rebalse. Porque en la imaginación se juega el vínculo, entonces lo que vive debajo de la cama, o al final del pasillo, o en nuestros sueños puede ser enorme, o pequeño como partículas.

Laura me recibió un febrero en su taller y yo aquí varios meses después intento tensionar el recuerdo y la memoria. Evitar la urgencia a riesgo de contraer deuda. Pienso esto describir como una devolución, pero cuánto tiempo tenemos para devolver algo, cuál sería un tiempo razonable. Está vez me excedí.
En su mesa hay bocetos, dibujos de esculturas móviles, de cómo podría funcionar, y no lo digo en un sentido metafórico sino físico, tal o cual pieza. Sumar o quitar tal o cual engranaje, manija, elemento.
Laura me cuenta de su padre artista, de lo que aprendió de él. 

Tal vez seamos de las últimas generaciones que podamos transmitirle un conocimiento a nuestro hijos sobre el funcionamiento de algo. En mi caso ya es mucho menos de lo que me transmitió mi padre a mi. No lo digo como algo valorativo. Hacía allí, masomenos, vamos.