domingo, 7 de julio de 2013
Santa María de la Villa Almendral
Cuando tengo que pensar en Paraná no puedo hacerlo desde otro lugar que no sea desde el ser paranaense, no puedo tomar distancia, es como hablar de uno mismo, es el lugar que atraviesa mi producción como artista y desde el cual construyo mi obra. Me gusta mucho andar en bicicleta, me gusta recorrer la ciudad, trabajé con mi viejo en una distribuidora, ahí me aprendí las calles, ando en colectivo, me gusta subirme a algunos y conocer sus recorridos, ver la gente que sube y que baja, compré una moto pero nunca la usé, debe ser porque prefiero otro tiempo para contemplar la ciudad. No tengo lugares preferidos, pero me gusta mucho la calle Alejandro Carbó, que está mas alejadita, la del hermano de Enrique, porque a veces hay caballitos y perros guías en esa calle y es arbolada, una vez le escribí un poema a la calle Alejandro, para un fanzine.
A la ciudad no le cambiaría nada, bah no puedo ponerme a pensar en que le cambiaría, estoy en una etapa muy Leonardo Fabio = yo y Carola = Paraná jajaj todo junto, puro amor!. Ah, si soy de los que crecieron sin mirar mucho el río, íbamos si de niños a la playa y a pedalear al Thompson, pero nunca me enganché, como que siempre lo miré de lejos y eso que vivo a pocas cuadras. Con unos amigos rebautizamos el barrio como Santa María de la Villa Almendral, tierra fecunda de músicos y dibujantes. Me acuerdo de la vez que vino Juan Pablo II que hicieron una calle o algo así, en esa calle un amigo me enseño a manejar un auto, el tenia un fiat 600 destarlado, y fue un fiat 600 el único auto que manejé, el auto de mi abuelo. También reniego mucho de la ciudad, como reniego de mi mismo, pero después se me pasa, estoy medio grandulón… ¡Parece que estoy hablando de un diario intimo!
(escrito para el suplemento Bicentenario de El Diario, 25 de junio de 2013)
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