martes, 26 de junio de 2018

Alucinaciones hipnagógicas


Texto escrito pensando en la muestra La oscuridad revelada en Museo Provincial de Bellas Artes de Entre Ríos para 170 Escalones
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando me enteré que se realizaría una muestra de Sebastián Cabrol en el Museo Provincial de Bellas Artes de Entre Ríos fue lo acertado del reconocimiento a un tipo que viene laburando, hace un montón de tiempo de manera silenciosa, en dos géneros de larga tradición en la ciudad como son la historieta y la ilustración, y qué bueno que su presencia esté dada por sí mismo y no por estar «en el marco de».

Suele suceder con la historieta que cuando ocupa lugares en las agendas culturales se la enmarca en festivales, ferias, presentaciones, selecciones, variedades y antologías. Sin embargo, aquí se (lo) presenta como «autor», no por «su parecido a» sino por su singularidad. Tal vez Cabrol y Lisandro Estherren sean los dos autores de historietas de mayor proyección y reconocimiento a nivel nacional e internacional. Como nota de color se podría mencionar que ambos crecieron con el paisaje de las barrancas movedizas del SenseFolk de Villa Almendral, rumbeando al Balneario Thompson y Puerto Sánchez en la ciudad de Paraná.

En la contemporaneidad el lugar en donde se exhibe suele tener la misma o mayor preponderancia que lo que se exhibe, por eso, en este caso, la complejidad está dada por ser un espacio de disputas y tensiones, de convivencias y reconocimiento como lo es un museo que, entre otras cosas, es también un «templo». Los dibujos de la muestra de Cabrol pueden ser vistos y vividos como la ambientación de un templo pagano donde conviven «enterados» y «recienvenidos», seres sin piel que se arrastran por el piso, niños que levitan, pingüinos con tumores malignos y señores de elegante smoking. Todos son bienvenidos a este hermoso banquete, pero solo con sus mejores partes.

Conversaba con Federico Main, miembro del equipo del Museo que trabajó en el montaje y coordinación de la muestra, sobre cómo se había dado el encuentro entre un artista que viene de un campo muy especifico (la historieta y la ilustración y su modo de circulación) y una institución de artes visuales con su repertorio de objetos y sus formas de visualización. Federico me habló de cómo se ordenó la muestra, del interés en Sebastián de mostrar producción reciente —‌ya que casi el cien por ciento de lo expuesto es de los dos últimos años —, de su rigor de trabajo, de sus bocetos que están expuestos en vitrinas hasta la página final, obras que miden exactamente 30 x 42 cm, el equivalente a una hoja tamaño A3.

A la luz de una lámpara de pie que ilumina en diagonal el tablero de trabajo, me lo imagino a Sebastián tramando sus próximas páginas, intentando hacer visible lo invisible, lo que subyace, y de ese estado de situación, de la imposibilidad de revelar la oscuridad, hacer un camino propio, el de las pequeñas rupturas cotidianas. Porque en ese camino de la historieta que transita nuestro artista siempre hay una página más, siempre hay una siguiente, como un yacimiento del que siempre algo se puede extraer, siempre puede borrar y volver a dibujar y siempre te va a contar que en algo anda, y que ya tiene en mente algo siguiente; y en esa continuidad construyó su inconfundible obra.
..De niño me llamaban la atención las imágenes de los vía crucis que hay en las iglesias: los relieves pintados, los tallados y cubiertos de barniz, eran para mí como viñetas, como ventanas que me trasladaban a otro lado, a otro mundo. Esos fueron mis primeros acercamientos a algo artístico… en fin. Cuando visité la muestra de Sebastián sentí esa misma sensación en la manera en que estaban ordenadas las obras en la sala, de un modo lineal de izquierda a derecha dando la vuelta entera a la sala, a la altura de los ojos, hablándome a los ojos y al corazón.
Al fondo y a la izquierda se puede leer una historieta completa de 12 páginas. Las 12 empanadas en la bandeja, las 12 estaciones, las horas del reloj, la hinchada, los huevos en la caja, la línea 12 cumple el año próximo 12 años. ¡El poder del 12!
Diego Arondojo en el texto del catálogo de la muestra nos dice que “Si la sombra es proyección de otro abrazo por la luz, Cabrol es ambos: Luz y Sombra. Carne y ánima”.
Quienes sobreviven a un accidente de tránsito cuentan que cuando vas manejando y estás a mitad de dormirte suelen aparecer, en el medio de la ruta, personas, animales o plantas que se atraviesan. Siempre seres vivos, nunca una columna, o un puente o un lavarropas. Es con esos seres vivos que se nos presentan entre el sueño y la vigilia, en el momento más oscuro de la noche, antes de que salga el sol, con los cuales construye Cabrol su propia mitología y legado.
.La oscuridad revelada, de Sebastián Cabrol  Sala Auditorio del Museo Pedro E. Martínez (Buenos Aires 355) Paraná Entre Ríos.

lunes, 18 de junio de 2018

Apariciones en la orilla

Una serie de textos aparecen y se superponen:


Uno
“Hubo un tiempo, no de los más remotos seguramente en la historia de la Tierra, porque apenas se trataría de unos ciento o ciento cincuenta mil años, en que las aguas del río Paraná no se arrastraban en el cauce actual. Las ostras se multiplicaban cerca de Corrientes;  tiburones llegaban hasta Santa Fe; y las anchoas que hoy suben poco más allá de Buenos Aires, servían de alimento a muchos de los habitantes ribereños del inmenso brazo de mar poco profundo que se extendía en lo que hoy ocupa la cuenca del Paraná.” Formación del Paraná y sus islas. Eduardo Holmberg.

Dos
“Entonces, desde que tengo memoria hay otra orilla. Un lugar real que desde aquí se ve como una línea –irregular, coloreada sí por la presencia de árboles, pastizales, pedazos desnudos de barranca; pero cambiante también allí, si el sol baja o sube o se ha nublado o no hay niebla o si directamente es de noche y por supuesto, cambiante aun porque si la noche es clara de estrellas o de luna, o porque no es clara en absoluto, o se ven brillar a lo lejos, sobre esa misma línea, fuegos altísimos, a lo que bien les cabe el nombre de «fuegos devoradores»-.
Temo el día en que aquella línea, firme, tensa por debajo, y por encima flexible, fluctuante, sólo viva en mis sueños” La orilla más lejana. Sonia Scarabelli.

Tres
-Aquí ya empiezan a haber caballos-/ me decía./ Y el viento del nordeste comenzaba a ser verde/ entre los colores del agua de la infancia./ Estábamos ya muy lejos de los bronces, los/ mármoles y los floreros pintados "al gusto de/ la familia" en los cementerios municipales.// Todo aquello quedaba atrás, y el sueño del viejo/ tren casi fluvial nos envolvía./ Mi pequeño hijo de siete años y yo teníamos en/ las manos las ramas de las estrellas y/ el resplandor lentísimo de los ríos rosados,/ donde sangraba el sol de los caballos, las/ vaquerías y las antiguas guerras.// Era el primer viaje solos en el tren marrón que/ no quiere morir.”  Viaje estival con Lucio. Francisco Madariaga.

Apariciones en la orilla es un intento de generar confluencias, fundidos y encuentros. Habitar un espacio, dejándonos impregnar por los demás y confiar que de ese encuentro se abran nuevas posibilidades narrativas para este territorio planetario, pequeño fragmento del litoral, Santa Fe y Paraná. Parados desde la orilla, el río se nos presenta como un espejo que nos refleja y distorsiona. La dualidad en eso que se asoma, que nos mira con extrañeza y vuelve a sumergirse y sumergirnos para dejar, por un momento al menos, de ser los mismos.







Ilustradora de sus propias historias, Águeda Guarneri comparte tres obras en acrílico de su serie “Emisores”, donde seres extraños, sugeridos, apenas distinguibles, se conjugan en un paisaje extraterrenal de colores intensos, vivos y en movimiento.



María Luz Riegelhaupt teje en sus dibujos banderas que flamean con el movimiento del viento, o también, la sacudida de un mantelen el patio luego del almuerzo antes de guardarse, un mantra, una acción que se repite cotidianamente y que va cobrando volumen, generando un cuerpode líneas que surcan el blanco del papel.



En Lucila Solé se hace presente un tiempo congelado. A través del video genera un detenimiento, poniendo foco en gestos mínimos, la inflexión de un cuello al girar la cabeza, eso que somos visto desde otro lugar, o una sutil textura hecha de cabello cayendo, como si pudiéramos vivir dos veces un momento.




Julia Sánchez expone pinturas sobre cartón, mezclando acrílico con brillantina. Hay algo del extrañamiento y de lo inapresable en las pinceladas coloridas y en los trazos que va generando la artista sobre la superficie rígida. Una mezcla de disfrute y obsesión por las formas y la manera de resolverlas.



Valeria Marioni despliega un cosmos hecho de apuntes de dibujos, tramas de papeles, anotaciones en forma de poemas y cerámicas en un todo indivisible. Pone en evidencia un método de trabajo donde las piezas se van encadenando y complementando. Su vínculo con la naturaleza marca el pulso de la obra y la forma de aproximarnos a ella, desde el tacto, la vista y la palabra.



  




Con dibujos de diferentes tamaños, técnicas, y años, Martín Pérez Campos construye un collage sobre la pared, que en cada montaje vuelve sobre sus pasos y encuentra en su archivo nuevos vínculos, proximidades y tensiones. Un trabajo que se construye en el montaje mismo, complementado con textos y fragmentos de dibujos pendientes, realizados directamente en la sala.


Fogones orilleros

Como actividad de cierre se reunió la música, la palabra y la escritura y sus vínculos con la visualidad, invitando a vivenciar la muestra desde diversas perspectivas y a conocer a los artistas visuales que participantes desde las otras disciplinas que transitan: se presentaron los proyectos editoriales Del Campamento, de la artista expositora Valeria Marioni; junto al sello invitado Curiosa Exhibicionista, dirigido por Kaia Edling en Paraná. Martín Pérez Campos compartirá sus canciones y la noche cerrará con una lectura colectiva de Proyecto Mojarra, integrado por las entrerrianas Laura Sánchez, Noelia Gliper, Rocío Lanfranco y Natalia Garay.





Organizada por el Gobierno de la Ciudad con el apoyo de Universo Pinturerías y la Universidad Autónoma de Entre Ríos, y la colaboración de Vinoteca Don Candioti. Desde 11 de mayo a 3 de junio de 2018. Centro Experimental del Color. Bv. Pellegrini 1150, Santa Fe.