domingo, 20 de febrero de 2022

La ciencia doméstica



La abstracción y el río Paraná, el sedimento, los cuidados.

Llene el piletin en casa y me prometí esta vez cuidarlo y como siempre no lo hice, busqué un nylon de un colchón pero no era lo suficientemente grande para cubrirla entera. Ahora compra una manguera corta de 4 metros y coloco una parte adentro y una parte afuera tocando el fondo del piletin. Me meto adentro y revuelvo el fondo con un escobillón que se arme remolino y chupo la manguera para que empiece a salir onda dragado, entonces me acuesto lentamente para que se mantenga al medio el sedimento y la voy filtrando. 

En la obra Tesoro de Belén Céspedes seleccionada en el Salón Provincial de Entre Ríos se nos presenta una verdad a cotejar: “arena y agua del río Paraná 08 / 21”. De alguna manera, se nos propone un pacto de confianza donde lo que se nos dice que es arena, lo que se nos dice que es agua, río, Paraná y una fecha lo es. No veo motivo para no creerle, mas tampoco para creer a ciegas. La suficiencia y potencia del objeto encontrado.

Me imagino en el año 2083 un grupo de científicos viajan por el mundo buscando los últimos restos de agua dulce que alguna vez inundó esta parte del continente, y que como diría Eduardo Holmberg en su viaje a Misiones por el río Paraná en 1884: “Hubo un tiempo (...), en que las aguas del río no se arrastraban en el cauce actual. Las ostras se multiplicaban cerca de Corrientes; tiburones llegaban hasta Santa Fe; y las anchoas que hoy suben poco más allá de Buenos Aires, servían de alimento a muchos de los habitantes ribereños del inmenso brazo de mar poco profundo que se extendía en lo que hoy ocupa la cuenca del Paraná.”.

Científicos que en el futuro también son medio artistas se encuentran con la obra de Belén, y al analizarla con el fin de salvar al planeta multiplicando el contenido con reactores de litio descubren que no es agua del río sino agua sucia con restos de detergente con la que lavo unos platos y arena de patio o baldío. Pero, aquí la cuestión para mí, lo que hace Belén es contarnos una historia y de historias, al menos yo, vivo. Además es que el dato tal vez no tenga ninguna importancia porque ya estaríamos todos muertos. 

Un imaginario survivalista me persigue en sueños ante el inminente colapso. Yo también tuve mi Victorinox trucha, una cantimplora. En mi futuro la gente no muere por derretimiento de los glaciares ya que Paraná está elevada setenta y siete metros sobre el nivel del mar. Pensé en hacer una huerta, en usar más la bicicleta, en rallar jabón y agregarle limón,  en envolver los libros reutilizando los papeles cuando recibo regalos. Pero no hice mucho más y creo mucho más no haré, solo seguir revisando el precio de los dólares, los descuentos de la app de YPF, los plazos fijos y mi tramite de libre de deuda  en ATER.

Nada le deberemos al futuro hasta que lo miremos de frente.

Le pregunté a Belén si la tapa estaba sellada,  y me dijo que si, pero que con  un poco de fuerza la abriría. ¿Por qué no aprovecho un día de estos y lo compruebo por mi mismo? Le puse aceite a la tenaza asi que no debería tener mayores inconvenientes, pero el arte no está para resolver mi neurosis sobre lo que es y lo que no es. O si?

¿No será Tesoro una pieza de humor? pienso en sonrisas y miradas cómplices, en el ánimo dispuesto. Donde todo puede ser convertido en commodities Belen hace foco.

Tesoro, conserva agua y arena, pero, ¿Cómo lo hace? Cómo en los años de estudiante, que etiquetaba la vianda que me mandaba mamá, unas milanesas al horno, un arroz con huevo, una porción de tarta que no quería compartir con mis compas de departamento. Qué comía un poco a escondidas o cuando me encerraba en la pieza. Tesoro se inscribe en el conceptualismo de baja insistencia entrerriano que no completa formularios, que no llega a los 1000 caracteres que exige la descripción para obtener becas, premios o inviten a simposios. Tesoro puede convivir tranquilamente por años dentro de una heladera, al lado del tupper de fideos con bolognesa, o la tortilla de papas que quedó del mediodía.

sábado, 12 de febrero de 2022

Conceptualismo de baja insistencia y su escuela

 Una extraña noche

Entre arena y risas

Se subía de tono

Entre hielo y discreción.

Desatar cenizas

Ceder y dejarse llevar.


Altocamet 

Pasión descalza / Velada bristol casino

 1998



Entrar al taller de Alejandro es entrar a un laberinto que construyó en Alberdi 3350 de Chajarí de múltiples ingresos y múltiples salidas. Podes entrar pensando que estás en una biblioteca y salir en un taller de grabado, entrar por el taller de cerámica y salir por la habitación de la residencia artística, entrar por el jardín y salir por su obra, y así hasta encontrarte con vos mismo en esa cinta de moebius. Pero en la obra vida de Ale está todo en proceso, sucede, transiciona, muta. Por lo que el taller de grabado pasa a ser biblioteca, la biblioteca residencia y así. Nada es fijo, antes arena, ahora cristal.
En la película Barton Fink, John Turturro tiene en la habitación del hotel donde vive y trabaja para la industria del cine, un cuadro colgado de una mujer de espaldas mirando el mar, haciéndose sombra con la mano, mirando el infinito. Una sombrilla la secunda.  No se si es una foto coloreada o una pintura, no vemos su rostro, pero sí el romper de la ola próxima a la orilla. A su izquierda una ventana, a su derecha la puerta, no superan, estimo, los 16 metros cuadrados.

Y aquí la conexión, Ale pasó un buen tiempo en Mar del Plata, y en una de las entradas que mencioné previamente, tiene colgada a la altura de mis ojos una obra pequeña. “Marina” se llama y es plástico montado sobre un marco antiguo. El plástico es celeste, plástico rescatado, recuperado de la calle de bolsas de supermercado o algo así. Entonces las diferentes exposiciones al sol de esos plásticos hacen que se generen velados entre unos y otros. Barton Fangi / Ale Fink (?) Pero a diferencia de Fink, Ale conoce y entiende la industria de las artes visuales, sus mecanismos, sus disputas y tensiones. Y así cada charla con él es sinónimo de regocijo y de complicidades.


Hacer de una obra algo cotidiano, pasar por el costado. Al estar en un pasillo de 80 centímetros no se genera una distancia por lo que la experiencia frente a “Marina” es inmersiva y debo cubrir mis ojos, hacer sombra con la mano.

Le digo que esta obra nos sobrevivirá, me cuenta sobre la vida de un plástico, de los que hay ahora que se desintegran. Me quedo con eso que parece eterno y tal vez mañana no exista.

¿Qué ficción nos salvará?
“Bonito día, he dicho bonito día. Sí, lo es. ¿Qué hay en la caja? No lo sé. ¿Es que no es tuya? No lo sé. Eres muy hermosa, ¿trabajas en el cine? No digas pavadas”.

Dejar huella y retirarse. Pero no será una huella indeleble, estanca, o normativa. 

“La plasticidad es el cuerpo del tiempo, o el cuerpo convertido en tiempo. El cuerpo del tiempo, es también, por supuesto, el cuerpo del sujeto” nos dice en La plasticidad en espera, Catherine Malabou.

Me gusta la idea de un conceptualismo de baja insistencia y una posible escuela. Allí donde se suele hacer del esfuerzo, desarrollo, proyecto y concentración un culto, Ale se desplaza con rodeos, con varios caminos a la vez sin entrar nunca en un cuello de botella.

Mientras conversamos hace compost, hablamos sobre la conexión Arena - Oro - Dinero.
Quedar ciegos ante su presencia, entrecerrar los ojos para ver mejor. ¿No es eso el arte, una ceguera temporaria, un agudizar la vista?


Recostadas unas sobre otras están las matrices de las últimas obras que está haciendo. Son billetes alterados, con próceres mutantes, de un solo ojo dorado, como esas imágenes que te siguen con la mirada.
Juguemos a intercambiar obras de Ale para cancelar deuda con el FMI o no. Pero estos billetes tienen un valor de cambio. ¿Será legal?
Hay un retrato de Beatriz, pero no estoy seguro de haber visto el de Jorge. Se enciman las colecciones de Dartagnan, El Tony, National Geographics, Mafalda, Tit-Bits, fascículos sobre la segunda guerra mundial, la lista sigue. Atesorar revistas y atesorar billetes.
Me estaba olvidando de la línea de horizonte, que a diferencia del cuadro de Fink que se sitúa exactamente en el medio de la obra, el de Fangi nos desborda, no hay horizonte al que aferrarnos, es como una maraña o enramada, hecho de capas, sábanas o cortinas.


Busco en youtube material sobre Ale y en un video sobre gestores culturales, ante la pregunta de qué consejo dejarle a las nuevas generaciones lo resume en cuatro palabras: trabajo, capacitación, disfrute, y pasión. Ahí una escuela