miércoles, 25 de mayo de 2022

Pétalo en el pelo

Sueño que estoy en la casa de un coleccionista que colecciona obras de artistas de los 90. En ese sueño mientras miro sus paredes hay unas obras que tiene colgadas al ras del suelo de Marisa Nuñez. Le cuento al coleccionista que soy de Paraná pero no se si me escucha. Es todo un revoltijo su casa de cosas por aquí y por allá.

 
Las obras son unas piezas pequeñas de mosaiquismo, la técnica que se hace pegando fragmentos hasta formar otra figura. En el dorso tienen una malla plástica, las imágenes de las obras no las recuerdo.
Porque pienso que el eje o por donde iba a la cosa es que no era su obra principal, o lo que ella me presentó como obra, o con lo que fui pensando que era su obra. Sino lo que, cuando fui a visitarla a su taller, me contó que es “lo que estoy haciendo”.
 
Entonces sacó de una caja y ordenó en la mesa unas pequeñas piezas, con la cara de Evita, con la cara de una de las madres de plaza de mayo, y otras así de cultura popular, onda el Che Guevara, Evo Morales, o Charly Garcia. Me cuenta que las hace para vender, o para regalar o coleccionarlas en su altar particular.
Lo que están haciendo los artistas entrerrianos en este exacto momento no es exactamente su obra, sino un montón de cosas que orbitan su vida cuando miran las estrellas por la noche desperdigadas entre el Paraná y el Uruguay.

Marisa me regaló una foto de una de sus fotoperformance. Tiene una máscara de barro con incrustaciones de ramas, cáscaras de naranja y nueces. Pienso en los videos de Bjork y en los posibles avatares que puede adquirir un rostro. Cual es el umbral en el que dejamos de ser quien somos y nos convertimos en otra cosa?
Pero si en parte de la producción de Bjork la transformación es de la floración y del híbrido en movimiento, en Marisa la transformación está unos minutos previos, o unos minutos después, en donde el barro todavía es, o ya fue barro, en donde la rama seca no se disolvió del todo, donde las espinas del palo borracho todavía no cayeron al suelo.



Algo de eso hay en la cerámica ¿no? un barro cocido, cuyo estado fue, y ahora es otro, no en un entre sino en un estado u otro.
Cómo detener ralentizar la velocidad de la luz, lo que sucede en su constancia, lo que nos excede y que ni se entera de nuestra existencia? Pero, ¿será que realmente no se entera? no sabe la humedad de nuestra piel? el barro de nuestras manos o pies? Los pétalos de nuestro pelo? Los árboles de nuestro abrazo?
Cubrir y descubrir los orificios de entrada al cuerpo, los ojos , la boca, los oídos, la nariz. Revisar el uso mecanicista de nuestros sentidos. Meterle filtros. Distorsionarlos.
Me dice de su obra que obtuvo el primer premio en cerámica en el Salón provincial y le digo cual? y me cuenta, y le digo honestamente que no la recuerdo. Se llama “Cuando el río quema”, son unos peces, un montón y en su taller tiene más, son como anguilas de río, de barro cocido sin esmaltar ni nada, parece que si les tirara un baldazo de agua saldrían en todas direcciones. en su sinopsis Marisa dice: “Como ceramista proclamo y hago público un manifiesto ecocéntrico, feminista, necesario y urgente. La práctica artística desde la subjetividad territorial permite romper lo disciplinar y expandir la cerámica, amasando lo que hoy nos requiere. Encarno la realidad de los incendios, para renovar nuestra manera de mirar la naturaleza.”

Estoy leyendo Seguir con el problema de Donna Haraway y su concepto de Chthuluceno, una práctica tentacular, un hacer-con, en donde nada es estrictamente autónomo, en constante dinamismo y adaptación.
Pero me pasa que me voy por las ramas, no se si se lo dije, pero me acordé de la película de Shiamalyan The Village, los adultos se visten de monstruos con elementos del bosque, unas capas rojas. Me recuerda una video performance suya que se llama Espinal. Marisa nos acerca a lo monstruoso, a lo que se deforma. Hay una corriente de eco terror, o folk terror. Porque también es, en su medida, una construcción, una ficción, un ensamble de piezas para ser vistas, oídas, olidas, vividas.
Y así paso de una cosa a la otra: Fitzcarraldo, la guerra en Ucrania, el capitalismo y la guerra, la quema de las islas en Delta.
En Espinal, la acción transcurre en una habitación, en un plano medio, la artista se desplaza sobre su propio eje, movimiento animal, hace shhhh shhhhhh, se pone unas gafas que parecen cáscaras de pomelos con espinas, se toma las orejas y escucha, vibra, se aleja, se va de foco, se cubre los oidos, esta vez las espinas van hacia afuera, olfatea, rumea, rechinan los dientes, se cubre la boca, un sonido de chicharras viene desde lejos. El video fue hecho durante la pandemia: “Los cuerpos confinados, encerrados, reaccionan , para protegerse. La naturaleza tiene posibilidades siempre de regenerarse después de grandes destrucciones. El poder de natura vuelve pidiendo por nuestra regeneración interior, cuidando las semillas…”

martes, 10 de mayo de 2022

Suaves siete colinas

 Victoria es conocida como la ciudad de las siete colinas, y dicen que hay un museo ovni que tiene un metal traslúcido que es un fragmento de una nave. Si uno busca en internet la información es difusa. Se realizan peregrinajes de todo el país al museo y de temporadas de avistajes de ovnis. Así que durante un buen tiempo era el comentario recurrente, pero después me empezó a dar vergüenza ajena.

A nosotros en la escuela nos llevaban a la Abadía, que era tan extraño con el museo ovni. En la abadía siguen viviendo unos monjes que hacen sus deberes a rajatabla, rezan a toda hora y hacen mermeladas y licores que venden a los turistas. A la abadía solo se puede entrar en ciertos horarios, y los monjes están vestidos maravillosamente y tienen un aire misterioso. Es lo más parecido a Europa que conozco.
Desde que inauguraron la nueva conexión vial en la ruta 11 no he vuelto a entrar en Victoria.



El tema ovni y curas me tiene sin cuidado. Pero hay artistas victorienses que trabajan con ese imaginario, hay uno que se llama Mana que trabaja con eso. Con las máscaras, con los dobles, con los portales, con los mundos paralelos intra y extra terrestres. De una manera muy low fi, bien conceptualista de baja insistencia entrerriana.


No me puedo manejar en la ruta sin comer bizcochos. Puedo pasar días sin fumar, pero no dos horas al volante sin morfar.
Voy de visita a lo de Diana Campos, que vive cerca del barrio 5to cuartel o barrio los caleros, donde se funda la ciudad y donde se encontraban los hornos de cal en la que trabajaban los primeros pobladores.


Le propongo una entrevista sobre su obra, sabiendo que no tiene obra sino que lo suyo va por el encuentro comunitario, por los espacios colectivos, por la docencia. Diana como generosa que es, se presta al juego en el  que ambos sabemos que no habrá obra sobre la que conversar.

Me incomoda, o se me hace raro cuando a alguien que no hace, o que no está haciendo, o que no le calienta si lo que hace es obra o no, le dicen “ah pero esa es tu obra”, o “ahi esta tu obra”, señalando su práctica y encasillandola como obra. Aunque la intención sea buena hay un afán del arte de traer todo a su molino. Dejen a la gente tranquila de nombrar lo que hacen como quieran.


Sin embargo ahí está: un pequeño montaje en su taller de piezas cerámicas, sobre una tabla con un paño. Son formas abstractas, parecen huesos, ramitas, eso que en la naturaleza está transicionando y mutando. Es barro sin cocer, y tiene en su taller montones de estantes con esas formitas catalogadas. Un ejercicio de imaginación, o cual es el lugar de la imaginación en lo matérico. Me encanta arriesgar un “se parece a” en todo y le digo que parecen encías, moldes de odontología, o cuando de chicos jugaba con chicle con los agujeros de pedazos de muela que me faltaban. Que algo se parezca a algo es a los fines de que su sentido que se tensione, que haya unx otrx ahí afuera.

Junto al montaje de mini cerámicas hay una pila de cuadernos. También pequeños, de mochila o riñonera, para uso íntimo. Anotaciones, pensamientos sueltos, agenda, calendario, diario de clases, devocionario.

Pienso en la práctica de Diana en ese ida y vuelta. Solo es cuestión de googlearla o ver sus proyectos, vínculos. Hay acciones que podríamos entender como expansivas y de cierto riesgo ya que implica muchos movimientos en términos políticos y sociales que exceden el marco del taller y contrastarlo con esta mini piezas cerámicas y estos mini cuadernos. Qué sucede en ese vaivén. del adentro y del afuera, de lo visible y lo invisible… no son la misma cosa? y eso, que es?
Cuéntame de tu vida y yo te contaré de la mía. Y si no arranco yo. Para eso estamos. Ella me cuenta de su familia, de sus años de estudiante, de su presente, del barrio, de cuántas chapas se necesitan para lograr el diámetro de la pileta. Los mundos circundantes y en qué lugar nos posicionamos en ese mundo.
Pensamos el malestar del presente sobre la quema de los humedales. Le cuento que la conocí en una expedición que se hizo en la isla puente, y que soy de los que crecieron de espaldas al río.
Me cuenta que de joven admiraba la obra de Enio Iommi, y nos pusimos a pensar en relaciones entre lo que ella hace y con Iommi. Sus juguetes, sus esculturas hechas con productos de bazar, previos a que los bazares se convirtieran en todos por 2 pesos.