En una tarea más próxima a la de un titiritero, Ángeles Rivero juega con las muñecas de la muestra “Rota y en pie”. Juega con ellas, pero a sus espaldas. No se ven entre sí a los ojos. Se comunican sí, pero no con la comunicación que desde la norma se nos impuso.
Ella va y viene desde la invisibilidad a la performance. Juega al anonimato, NN, ningún nombre, o desconozco el nombre. Me encanta esa definición, no es lo mismo no conocer que no tener. Sigue un linaje muy delgado hacia Emily Dickinson en su poema “Yo no soy Nadie! ¿Quién eres tú? / ¿Tampoco eres Nadie tú? / Ya somos dos - ¡Pero no lo digas! ¡Qué tedioso ser Alguien!”
Las muñecas sí son “Alguien”, Ángeles las llama minitas, un “alguien” colectivo y al menos en los videos que componen la serie, son mudas. ¿Nunca hablaron, o por algún motivo perdieron el habla? ¿Su silencio es temporal? Además de darles nombre y movimiento, ¿Podrá Ángeles darles voz?
El silencio puede ser selectivo, limitado a ciertos lugares. Algunos como yo, cuando estamos frente a una cámara y nos apunta, hacemos silencio.
—Courtney está en la playa, intuyo que hace frío, pero ella luce desabrigada, con botas rosa, tanga celeste y capita Sailor Moon. Dobla una pierna, la otra, se arrodilla, se frota, cae, reza, da unos pasos, y se desarma. ¿Está entrando en calor? En los segundos finales, Ángeles flexiona las rodillas de Courtney con fuerza e insistencia hasta que se ve el interior de cartón encolado de la muñeca.
—Martirio está maquillada y sus brazos son largos. Tiene de fondo un gimnasio y ella está próxima a una escalera. A diferencia de Courtney, esta vez Ángeles acompaña los movimientos de Martirio. Parecen ya, casi, una sola. En el minuto 1:41 algo sucede, su brazo que estaba ya caído y su sombrero, vuelven a su lugar.
La melancolía es silenciosa, el estupor produce silencio. El silencio puede ser fruto de un trastorno, no todo silencio es voluntario. A quienes tienen problemas de sueño o apneas se les aconseja cerrar los ojos y escuchar su propia respiración, en silencio.
—Rita es físicamente más grotesca que Martirio. Está también al aire libre como todas y sus movimientos son más bien de contorsión. Flota en el aire sobre los brazos de Ángeles. No toca nunca el suelo. En cierto momento se le desprende una ¿pierna?
La melancolía es una tristeza vaga y profunda e insistente. Pienso qué vínculo puede haber con el nombre de la muestra: “Rota y en pie”.
—Matilde a diferencia de Rita, Courtney y Martirio se para sola. Con algo de ayuda, pero sola. Una de las maneras de aprender es imitando. Da unos pasos, mueve sus manos, titubea, y se mantiene en pie.
En la afirmación de los nombres y los estados de los cuerpos (rotos y en pie), estaría también su disolución: “Nos equivocamos al decir: yo pienso: deberíamos decir me piensan. Yo es otro,” dice Rimbaud en “Cartas al vidente”.
Si entendemos al mundo como un teatro, y que la vida es sueño, las minitas representan su papel de sueños dulces y pesadillas. Nos darán consuelo, llenarán un vacío, iluminarán nuestras labores diurnas, bailaremos con ellas en palacios de cristal y pediremos su mano. Aunque también quebrarán nuestros huesos con sus dedos, las nombraremos inconscientemente en estados febriles y nos serán indiferentes llegado el caso.
Ángeles las nombra como “objetos antropomórficos”, yo prefiero decirles muñecas. Y las muñecas tal vez, aunque rotas, nos sobrevivan. Nuestro transcurrir en el tiempo con ellas no se limita al aquí y ahora. Leí que el cartón se desintegra en un año, y que conservado correctamente puede durar un montón. Ojalá en un futuro alguien con el don de la magia (o la ilusión, que para el arte no necesitamos mucho más que eso) las saque de su vida interior, reviva sus colores, enmiende su articulaciones y las vuelva a poner en movimiento.
—Matilde a diferencia de Rita, Courtney y Martirio se para sola. Con algo de ayuda, pero sola. Una de las maneras de aprender es imitando. Da unos pasos, mueve sus manos, titubea, y se mantiene en pie.
En la afirmación de los nombres y los estados de los cuerpos (rotos y en pie), estaría también su disolución: “Nos equivocamos al decir: yo pienso: deberíamos decir me piensan. Yo es otro,” dice Rimbaud en “Cartas al vidente”.
Si entendemos al mundo como un teatro, y que la vida es sueño, las minitas representan su papel de sueños dulces y pesadillas. Nos darán consuelo, llenarán un vacío, iluminarán nuestras labores diurnas, bailaremos con ellas en palacios de cristal y pediremos su mano. Aunque también quebrarán nuestros huesos con sus dedos, las nombraremos inconscientemente en estados febriles y nos serán indiferentes llegado el caso.
Ángeles las nombra como “objetos antropomórficos”, yo prefiero decirles muñecas. Y las muñecas tal vez, aunque rotas, nos sobrevivan. Nuestro transcurrir en el tiempo con ellas no se limita al aquí y ahora. Leí que el cartón se desintegra en un año, y que conservado correctamente puede durar un montón. Ojalá en un futuro alguien con el don de la magia (o la ilusión, que para el arte no necesitamos mucho más que eso) las saque de su vida interior, reviva sus colores, enmiende su articulaciones y las vuelva a poner en movimiento.