¿Cómo se llama eso, cuando un musicx está tocando, de imitar el movimiento de las manos sobre un piano imaginario, o el golpe de palillos invisibles de una batería, o el rasgueo en el aire de una guitarra eléctrica? no se si tiene un nombre.
A mi me pasa con ciertas pinturas que bailo con las manos frente a ella como si yo tuviera el pincel. Hago tic tic tac, una pincelada aquí, otra pincelada allá, a veces largas, a veces cortas. Como si quisiera reproducir una verdad que se me develara solo en el acto de simular pintar.
El día de la inauguración de Horizontes fluviales, me crucé con Seba Operto. Le pregunté dónde estaba parando (él vive en Rosario) durante esos días en Paraná. Me dijo que en calle Misiones y Nogoyá y que había ido desde ahí hasta La portland caminando.
Quienes conocen Paraná saben que es, para la escala de la ciudad, una distancia relativamente larga. y que para llegar desde ahí hasta Bajada Grande, donde está ubicada la galería, es un buen trecho, y hay que atravesar un barrio popular tranquilo, aunque algo inseguro.
De por sí, no significa nada. pero hay algo en la gente que camina que me atrae y pienso en seba yendo a su propia inauguración caminando un trayecto de no menos de 50 minutos, pasando por el parque Urquiza, la costanera, el río, Puerto viejo, la arenera, luego el atracadero de la balsa, y así varias estaciones, cada una con sus particularidades.
Hay una cita de Thoreau donde menciona el término “Sauntering (deambular) que proviene de la persona ociosa que vagaba en la Edad Media por el campo y pedía limosna con el pretexto de encaminarse a la Sainte Terre, a Tierra Santa: de tanto oírlo , los niños gritaban: “va a Sainte Terre”: de ahí, saunterer, peregrino. (...) cada caminata es una especie de cruzada que algún ermitaño predica en nuestro interior para que nos pongamos en marcha y reconquistemos de las manos de los infieles esta Tierra santa”.
Esa paciencia del que se desplaza en soledad se manifiesta en las cuatro obras pequeñas que presentó. Paisajes calvos, de fondos planos, de siluetas lentas, algunos objetos reconocibles, algunos de tintes esotéricos. Una medialuna, un anzuelo, una columna dórica, los rayos de un sol, poquitas nubes, vegetación insinuada, estrellas en la noche, olas amarronadas, asperezas de un palo borracho.
Parece una pintura sosegada, de baja insistencia, pensadas para que al transitarlas generen un suave cosquilleo, que vistas al ritmo del caminar se queden grabadas junto al paisaje costero.
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