miércoles, 15 de noviembre de 2017

Los vértices de un triángulo



El triángulo invertido es la forma que se me viene a la mente cuando entre a ver la muestra Oda a la Intemperie de Diana Campos, Victoria Ruíz Díaz y Eugenia Bracony. La distribución en las salas me lleva a eso. El Museo de Bellas Artes de Entre Ríos convertido en un tatetí: en el medio abajo yo, al costado izquierdo la permanente de C B Quirós, al derecho la deliciosa muestra patrimonial, al medio Eugenia Bracony, superior izquierdo Diana Campos, superior derecho Victoria Ruíz Díaz.

Perdón... arranqué medio trabado, pero pienso en la forma del triángulo invertido como fecundidad, como femeneidad, en el equilibrio de las fueras, fuerzas del afuera, de la naturaleza y creo que por ahí va la cosa si tenemos en cuenta el título de la muestra.
Pienso también en cuando uno busca forma de letras para recorrer visualmente una obra, pienso en la V, en la cual uno entra por el punto de unión de más abajo y luego se recorren ambos caminos a la vez, como si la obra de Eugenia fuera el vehículo, motor, canal, a la obra de las otras dos artistas.

Tuve la oportunidad de visitarla acompañado por Diana, y le pregunte por la disposición del espacio y qué onda con eso, y me contó que había sido propuesto por la coordinación del Museo y creo que si bien las obras funcionan en salas separadas y son casi tres individuales podrían haber convivido o continuado espacialmente en las salas.



Entro en la obra de Eugenia y flasheo con que la obra hecha de barro se fue secando durante los días de la muestra y me lamento no haber ido más seguido. La sala principal del Museo es la que da la sensación que tuviera el techo más alto y esta bueno porque la obra de Eugenia en algún punto necesita un techo alto, son como cráteres que impulsaran la vista hacia arriba, hacia el vacío, donde en apariencia no estaría la obra ( que está abajo) pero que de algún modo continuara, Necesita aire, nos necesita a nosotros alrededor para que las piezas se vayan secando, nuestro aliento dando vida a las obras, y la obra a su vez absorbiéndonos, madurando, envejeciendo juntos, con lo maravilloso que eso puede ser. Pienso: Un museo es el lugar donde, también, se envejece.



Paso la sala principal y a la izquierda está la obra de Diana que excede el espacio físico asignado. Es una sala pequeña con unas molduras que hacen bajar la luz del techo, pero con unos ventanales importantes y dos puertas pasos curvos enormes.
 La obra está hecha de ramas como manos de monstruos dedos ( vieron La Aldea de Shyamalan? Bueno, algo así) estirados, que se cruzan en el medio por nudos que abren en abanico las ramas secas y en el suelo una suerte de sedimentos.
También esas ramas tienen algo de arqueológico, como una especie rara prehistórica, un ave y sus huesos.
 La artista invitó al publico a que colgara interviniera la obra con semillas carteles y cosas varias: Al pie de la obra un cartel dice: Donde esta Santiago los Maldonado?
 La construcción de la obra de Diana me recuerda a la obra de Jorge Macchi “un charco de sangre” donde líneas temblorosas de recortes de diarios se encuentran en una serie de renglones en el medio con esa frase y luego vuelven a abrirse siguiendo las frases en otras bifurcaciones. Muchos caminos ramas pero los mismos nudos, las mismas trabas, los mismos problemas en común.
 Pienso un Museo es un punto de contacto.



Giro, vuelvo sobre mis pasos y esta la obra de Vicky con obras grandes de 250 x 150 cm aprox, carbonillas sobre lienzos en la sala mas  cubo blanco del museo, donde mejor se aprovechan las paredes para las obras que se cuelgan. Son paisajes tupidos de los que se asoman animales escondidos, imágenes reversibles donde una vez que descubres la liebre no puedes dejar de verla. Le pregunto a Diana como hicieron para traerlas, si ya estaban terminadas, o si la terminó en el museo y me dice que algunas sí, y que otras se terminaron una vez montadas.

En los tres casos las obras se terminaron de hacer en el mismo museo, desde el secado de las piezas y su construcción, desde las intervenciones que le dan sentido, y desde la influencia de la luz al momento de producir un dibujo.

El paisaje entrerriano, su poética, como mito fundante y relato es lo que aquí se respira, eso que se está haciendo.

Pienso el Museo como lugar de origen.

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