miércoles, 18 de diciembre de 2024

Caminar

 


Hay una anécdota que me contó Kevin de una lectura que hizo en su taller en donde dos de sus asistentas, ante la emoción frente a lo leído o compartido, comenzaron a girar como trompos en el piso. Lo que sentimos no se manifiesta solo en el rostro sino que nos atraviesa el cuerpo, y el cuerpo como tal actúa.

¿Cómo se llama eso, cuando un musicx está tocando, de imitar el movimiento de las manos sobre un piano imaginario, o el golpe de palillos invisibles de una batería, o el rasgueo en el aire de una guitarra eléctrica? no se si tiene un nombre.
A mi me pasa con ciertas pinturas que bailo con las manos frente a ella como si yo tuviera el pincel. Hago tic tic tac, una pincelada aquí, otra pincelada allá, a veces largas, a veces cortas. Como si quisiera reproducir una verdad que se me develara solo en el acto de simular pintar.

El día de la inauguración de Horizontes fluviales, me crucé con Seba Operto. Le pregunté dónde estaba parando (él vive en Rosario) durante esos días en Paraná. Me dijo que en calle Misiones y Nogoyá y que había ido desde ahí hasta La portland caminando.
Quienes conocen Paraná saben que es, para la escala de la ciudad, una distancia relativamente larga. y que para llegar desde ahí hasta Bajada Grande, donde está ubicada la galería, es un buen trecho, y hay que atravesar un barrio popular tranquilo, aunque algo inseguro.
De por sí, no significa nada. pero hay algo en la gente que camina que me atrae y pienso en seba yendo a su propia inauguración caminando un trayecto de no menos de 50 minutos, pasando por el parque Urquiza, la costanera, el río, Puerto viejo, la arenera, luego el atracadero de la balsa, y así varias estaciones, cada una con sus particularidades.
Hay una cita de Thoreau donde menciona el término “Sauntering (deambular) que proviene de la persona ociosa que vagaba en la Edad Media por el campo y pedía limosna con el pretexto de encaminarse a la Sainte Terre, a Tierra Santa: de tanto oírlo , los niños gritaban: “va a Sainte Terre”: de ahí, saunterer, peregrino. (...) cada caminata es una especie de cruzada que algún ermitaño predica en nuestro interior para que nos pongamos en marcha y reconquistemos de las manos de los infieles esta Tierra santa”.
Esa paciencia del que se desplaza en soledad se manifiesta en las cuatro obras pequeñas que presentó. Paisajes calvos, de fondos planos, de siluetas lentas, algunos objetos reconocibles, algunos de tintes esotéricos. Una medialuna, un anzuelo, una columna dórica, los rayos de un sol, poquitas nubes, vegetación insinuada, estrellas en la noche, olas amarronadas, asperezas de un palo borracho.

Parece una pintura sosegada, de baja insistencia, pensadas para que al transitarlas generen un suave cosquilleo, que vistas al ritmo del caminar se queden grabadas junto al paisaje costero.



domingo, 1 de diciembre de 2024

Nada lograré solo con el poder de mi mente




Más se nos pide que soltemos, más… nada se va.

Bueno, no tiene por qué irse nada ni quedarse nada, pero en este momento donde se les dice a los zurdos que van a tener que correr, donde el presidente dice que quiere poner el último clavo al cajón del kirchnerismo con Cristina adentro, pareciera que la impronta fuese esa (“afuera!”).
Una visión que pasa desde la violencia a la analgesia donde el pasado o lo que nos pasa con el pasado fuese algo con lo que no cargar, o al menos no mirar de frente.

Recordar significa volver a pasar por el corazón. Añorar es recordar con tristeza, no saber donde algo está. La nostalgia es un regreso doloroso. Anhelo es un deseo de que las cosas sean de determinada manera en un futuro. La memoria es eso que compartimos

Ahora bien, cuáles otras dimensiones abarcan estos términos. Valentina los desplaza desde lo íntimo lo social o cultural a la naturaleza. Los bananos del patio de Casa Banano. A contrapelo del “Soñar en grande”, Valentina busca refugio en un ejercicio íntimo: desde el recuerdo desafía la simultaneidad. Cuánto margen de tiempo debe pasar entre que alo suceda a que haya sucedido? Al caer la tarde, cuando los rayos del sol están mas cerca del horizonte, la luz se dispersa. En esas horas, durante dos días, la artista va y viene dejando un surco. Surco que dejará también la tinta azul de la birome sobre el papel.
Ya no es una representación en la naturaleza a la manera impresionista sino en tránsito. Es un llevar y traer, un esfuerzo en lo físico de la acción. No solo en las 14 caminatas entre la habitación del segundo piso hasta el patio de la casa, sino también suma el esfuerzo físico de recordar y dibujar.

Los bananos, ejercitando el animismo: Qué ven, que escuchan, cómo resuenan en ellos las presencias que los visitan de vez en cuando? ¿Qué se llevan y que se traen de ese vínculo entre especies? Deben de seguro ponerse coquetos para el retrato, reordenar sus verdes para que el sol los luzca, incomodarse con las babosas y el ruido del microcentro paranaense, la cercanía a la casa de gobierno. A la vez, se divierten con la cosquilla que le producen los gatos que habitan la casa y se dejan llevar por las fragancias que traen los jóvenes que al escaparse de la escuela saltan tapiales para fumar, reír y desnudarse junto a ellos.Visto así, dibujar bananos es dibujar “con” los bananos, generar reciprocidades. Los dibujos de Valentina son pequeñitos, de estuche, de un breve lapso. Para que en su hacer no se escapen del recuerdo, para que a la noche cuando cerremos los ojos vuelvan a aparecernos en sueños.

---Ejercicio sobre el recuerdo de Casa Banano, de Valentina Bolcatto en Casa Banano. Noviembre 2024. Fotografía de @miroalverte