Sueño que estoy en la casa de un coleccionista que colecciona obras de artistas de los 90. En ese sueño mientras miro sus paredes hay unas obras que tiene colgadas al ras del suelo de Marisa Nuñez. Le cuento al coleccionista que soy de Paraná pero no se si me escucha. Es todo un revoltijo su casa de cosas por aquí y por allá.
Porque pienso que el eje o por donde iba a la cosa es que no era su obra principal, o lo que ella me presentó como obra, o con lo que fui pensando que era su obra. Sino lo que, cuando fui a visitarla a su taller, me contó que es “lo que estoy haciendo”.
Entonces sacó de una caja y ordenó en la mesa unas pequeñas piezas, con la cara de Evita, con la cara de una de las madres de plaza de mayo, y otras así de cultura popular, onda el Che Guevara, Evo Morales, o Charly Garcia. Me cuenta que las hace para vender, o para regalar o coleccionarlas en su altar particular.
Lo que están haciendo los artistas entrerrianos en este exacto momento no es exactamente su obra, sino un montón de cosas que orbitan su vida cuando miran las estrellas por la noche desperdigadas entre el Paraná y el Uruguay.
Marisa me regaló una foto de una de sus fotoperformance. Tiene una máscara de barro con incrustaciones de ramas, cáscaras de naranja y nueces. Pienso en los videos de Bjork y en los posibles avatares que puede adquirir un rostro. Cual es el umbral en el que dejamos de ser quien somos y nos convertimos en otra cosa?
Pero si en parte de la producción de Bjork la transformación es de la floración y del híbrido en movimiento, en Marisa la transformación está unos minutos previos, o unos minutos después, en donde el barro todavía es, o ya fue barro, en donde la rama seca no se disolvió del todo, donde las espinas del palo borracho todavía no cayeron al suelo.
Algo de eso hay en la cerámica ¿no? un barro cocido, cuyo estado fue, y ahora es otro, no en un entre sino en un estado u otro.
Cómo detener ralentizar la velocidad de la luz, lo que sucede en su constancia, lo que nos excede y que ni se entera de nuestra existencia? Pero, ¿será que realmente no se entera? no sabe la humedad de nuestra piel? el barro de nuestras manos o pies? Los pétalos de nuestro pelo? Los árboles de nuestro abrazo?Cubrir y descubrir los orificios de entrada al cuerpo, los ojos , la boca, los oídos, la nariz. Revisar el uso mecanicista de nuestros sentidos. Meterle filtros. Distorsionarlos.
Me dice de su obra que obtuvo el primer premio en cerámica en el Salón provincial y le digo cual? y me cuenta, y le digo honestamente que no la recuerdo. Se llama “Cuando el río quema”, son unos peces, un montón y en su taller tiene más, son como anguilas de río, de barro cocido sin esmaltar ni nada, parece que si les tirara un baldazo de agua saldrían en todas direcciones. en su sinopsis Marisa dice: “Como ceramista proclamo y hago público un manifiesto ecocéntrico, feminista, necesario y urgente. La práctica artística desde la subjetividad territorial permite romper lo disciplinar y expandir la cerámica, amasando lo que hoy nos requiere. Encarno la realidad de los incendios, para renovar nuestra manera de mirar la naturaleza.”
Estoy leyendo Seguir con el problema de Donna Haraway y su concepto de Chthuluceno, una práctica tentacular, un hacer-con, en donde nada es estrictamente autónomo, en constante dinamismo y adaptación.
Pero me pasa que me voy por las ramas, no se si se lo dije, pero me acordé de la película de Shiamalyan The Village, los adultos se visten de monstruos con elementos del bosque, unas capas rojas. Me recuerda una video performance suya que se llama Espinal. Marisa nos acerca a lo monstruoso, a lo que se deforma. Hay una corriente de eco terror, o folk terror. Porque también es, en su medida, una construcción, una ficción, un ensamble de piezas para ser vistas, oídas, olidas, vividas.
Y así paso de una cosa a la otra: Fitzcarraldo, la guerra en Ucrania, el capitalismo y la guerra, la quema de las islas en Delta.
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