Un rayo de luz atraviesa la sala de galería Delta en Santa Fe.
Alguna vez jugaste a tapar el sol con un dedo? y si eso que tapamos no es definitivamente el sol sino otra cosa? Don “Cota” Colman está en el suelo, y estira un brazo mientras con el otro sostiene su facón, de la luz sale una pequeña escalera, de la escalera bajan “garcitas, muy blancas, delgadas y luminosas”.
Ya el correntino Francisco Madariaga nos anoticia de un país litoral y cósmico de garzas reales, criollos del universo, palmares sin orillas y trenes casi fluviales. Patas y cuellos largos de las garzas que se asoman en el espejo de agua “En el estero hay una brisa / con una garza que reposa / sobre la escarcha de una selva / que al agua entra y se desfonda”. El mismo espejo de agua en el que Cota se sumerge de la Laguna del pescado próximo a la ciudad de Victoria. Me pregunto si se podrá atravesar la laguna caminando, si el agua no supera las rodillas.
Un rayo está pintado en la pared, un rayo real y metafórico. Me agacho a la altura de Cota, y miro la misma luz. Querría abrazarlo pero está hecho de alambre y bolsa Don Cota, me agacho a su altura, y miro la misma luz hasta cegarme.
Hay algo carnavalesco en La hora de las sombras largas. Vienen a mi carrozas de papel maché, plumaje reciclado de años desgastados y vueltos a colorear con tintura para el pelo. Niños que juegan a vestirse de Messi con bolsas de supermercado. No lo hacen de crotos, nada mas alejado que la romantización de la pobreza, sino de payasescos. Pulseras con bombuchas, trajes para los muñecos, anillos de casamiento, aros de basket con canastos de damajuanas.
Los materiales con los que están compuestos nuestros juguetes eran el juguete.
Al lado de Cota está la “momia Mernes”, la historia de una mujer que tras su muerte, abierto el Panteón en el que se encuentra, se mantuvo intacta y con una singular belleza. En calma, en “el mas allá” después de los tormentos, que según dicen, tuvo en vida. Visita obligada de escolares y lugareños a mediados del siglo XX para verla en una caja de cristal hasta que cayó en el olvido.
Ahora en el 2022, Carla Britos repite el procedimiento, “la Mernes is back!” con pelos, uñas crecientes y cuerpo reducido. Pero esta vez ya no volverán los científicos, el progreso y los tecnócratas de la muerte a hacer estragos en su cuerpo. Ahora la Fénix-Mernes esta reciclada, recargada, posesa, potenciada, toda de polietileno de alta densidad y polipropileno.
La hora de las sombras largas se proyecta sobre sí y se expande. Le doy la mano a la momia y siento el crujir de las bolsas de plástico con la que está hecha. Levanto la vista y veo mi silueta junto a su figura yacente recortadas contra la pared. Nuestras sombras unidas en ese lugar de lo no dicho, o dicho a medias. La sombra como el lugar de los susurros, los contrastes tenues, el adormecimiento. Hay un deseo de desvelo, traer hacia adelante lo que muchas veces intenta ocultarse. Hacer del procedimiento, el planchado, el cosido y el calentado de las bolsas para que armen un paño, una poética.
Pienso, cómo se imagina uno el lugar donde se vive, transita, construye? ¿Cuál es el lugar para la imaginación en las provincializaciones que parecieran ser el discurso constante y sonante? Así, Carla se imagina de aquí y de allá, se imagina cómo unir esto con lo otro, se imagina convivencias y saltos temporales. Un chanchito tambor de aceite, la maceta que es un cisne negro hecha de cubiertas de auto con alambre tejido de fondo, el mate pezuña de ñandu sobre tronco cubierto de cuero crudo, una silla de plástico con una patada madera atada.
Como una feriante me la imagino ahora yo, finalizando la muestra enrrollando todas sus obras. Plegando las bolsas que entran estimo en el bolsillo exterior de una mochila. La garza real estira su cuello a la altura del horizonte y Don cota, junto a la Mernes, mirando al sol, subsistiendo 200 años en la memoria física de las piezas.
La hora de las sombras largas. Muestra de Carla Britos con curaduría de Ariana Beilis en Delta Espacio. Septiembre 2023
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